"Han pasado muchos años
desde mi última visita a una típica y antigua barbería en el
verano de 1982" ...
Una amiga me traía en
600 hacia Madrid, tras asistir a la ordenación sacerdotal de un
antiguo compañero de colegio en la ciudad de Logroño. Aquel coche
era una terrible pesadilla, pues se calentaba y apenas hacíamos un
promedio de 50 km/h. Al pasar por Soria dije que tenia familia allí
y que había decidido quedarme con ellos. Mentira piadosa para no
seguir soportando el suplico de un viaje en Seat 600...
Me había alojado en una
pensión soriana y por la mañana vi aquella barbería en la
proximidad, sintiendo la curiosidad de que me afeitaran con navaja...
Me recordaba la infancia
cuando acompañaba a mi padre en su pueblo, frecuentando con él ese
servicio que aprovechaba también como peluquería. Lo que mas añoro era la brillante locuacidad conversadora de aquel barbero
con sus opiniones e interrogatorios...
El oficio de
barbero ya era muy antiguo, pues sabemos que en la antigua Grecia y
Roma ya satisfacían a los hombres sus necesidades de “acicalado”
aun contando con recursos muy primitivos, pero siempre ofreciendo una
asistencia puntual todas las mañanas que convertían la “barbería”
en punto de reunión para toda clase de ociosos ávidos de noticias.
Resultaba de
tremendo mérito la capacidad de aquel barbero en saber la respuesta
de toda clase de preguntas que se le hacían, combinando su habilidad
con la navaja, la tijeras o el peine con la imitación inclusive de
los personajes protagonistas de la charla.
¡Era imposible
el ser afeitado sin estar sometidos a la prodigiosa verborrea de
estos personajes !
Aquellas barberías-peluquerías seguían siendo el lugar privilegiado para analizar la prensa y los acontecimientos del devenir diario.
Se cumplía
entonces una necesidad de información que los tiempos modernos han
cambiado con otros medios que no han podido borrar de nuestro
recuerdo la memoria de aquellos rasurados y las primeras lociones de
nuestra experiencia, que incluso hoy nos traen el recuerdo de su
olor.
La nostalgia de sus letreros-anuncio con barras rojas y azules, las peticiones de "vez" y el resultado de aquellos afeitados apurados que posiblemente no hayamos podido imitar con los recursos modernos...
Dario Pozo Ruz, desde Valdepeñas.
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