martes, 26 de marzo de 2013

LOS BARBEROS







"Han pasado muchos años desde mi última visita a una típica y antigua barbería en el verano de 1982" ...

Una amiga me traía en 600 hacia Madrid, tras asistir a la ordenación sacerdotal de un antiguo compañero de colegio en la ciudad de Logroño. Aquel coche era una terrible pesadilla, pues se calentaba y apenas hacíamos un promedio de 50 km/h. Al pasar por Soria dije que tenia familia allí y que había decidido quedarme con ellos. Mentira piadosa para no seguir soportando el suplico de un viaje en Seat 600...

Me había alojado en una pensión soriana y por la mañana vi aquella barbería en la proximidad, sintiendo la curiosidad de que me afeitaran con navaja...



Me recordaba la infancia cuando acompañaba a mi padre en su pueblo, frecuentando con él ese servicio que aprovechaba también como peluquería. Lo que mas añoro era la brillante locuacidad conversadora de aquel barbero con sus opiniones e interrogatorios...

El oficio de barbero ya era muy antiguo, pues sabemos que en la antigua Grecia y Roma ya satisfacían a los hombres sus necesidades de “acicalado” aun contando con recursos muy primitivos, pero siempre ofreciendo una asistencia puntual todas las mañanas que convertían la “barbería” en punto de reunión para toda clase de ociosos ávidos de noticias.
 
Resultaba de tremendo mérito la capacidad de aquel barbero en saber la respuesta de toda clase de preguntas que se le hacían, combinando su habilidad con la navaja, la tijeras o el peine con la imitación inclusive de los personajes protagonistas de la charla.

¡Era imposible el ser afeitado sin estar sometidos a la prodigiosa verborrea de estos personajes !

Aquellas barberías-peluquerías seguían siendo el lugar privilegiado para analizar la prensa y los acontecimientos del devenir diario.
 

Se cumplía entonces una necesidad de información que los tiempos modernos han cambiado con otros medios que no han podido borrar de nuestro recuerdo la memoria de aquellos rasurados y las primeras lociones de nuestra experiencia, que incluso hoy nos traen el recuerdo de su olor. 

La nostalgia de  sus letreros-anuncio con barras rojas y azules, las peticiones de "vez" y el resultado de aquellos afeitados apurados que posiblemente no hayamos podido imitar con los recursos modernos...

Dario Pozo Ruz, desde Valdepeñas. 



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