Uno de los transportes más antiguos que casi ya en todas partes se usa con fines turísticos, es el coche tirado por caballo.
Claro está, todavía hay regiones y comarcas de países muy atrasados, en los que esos antiguos vehículos se utilizan como parte del transporte público.
Sucede
igual que con la televisión en blanco y negro, que uno piensa que ya
están totalmente descartadas y sin embargo en los campos son muchas las
familias que todavía usan esos aparatos obsoletos que se remontan a sus
orígenes.
En
los Estados Unidos, en muchas ciudades, es un placer y un deleite,
andar en coche. Lo mismo que en Europa, los flamantes carruajes de
Zurich, en Suiza, donde los caballos tienen igual que en Nueva York un
"reservorio", justamente debajo del rabo, para evitar que el animal
ensucie las calles, y contamine el ambiente de malos olores.
Son
caballos que cuentan con protección, a los cuales, como si fueran
gente, se le calculan horas de trabajo, de comida, descanso, atenciones
en el veterinario, y que sobre todo no se pueden maltratar porque hay
leyes y entidades que velan por ellos.
¡Ja!, pero eso es allá....y aquí?
Aquí,
según Radhy Miranda, todos los cocheros son de San Cristobal, porque
es un oficio que se hereda de familia (uno me dijo que tenía 50 años
trabajando como cochero, y que su papá y su abuelo hacían lo mismo).
Pues
bien, mientras transitaba por el malecón de la capital, el lugar donde
trabajan los cocheros, observé que uno de ellos al parecer tenía prisa
por llegar al frente de los hoteles, que es donde más se "pica", pues
para los turistas es un encanto dar un paseo en coche.
El cochero castigaba al caballo constantemente dándole con un foete para que avanzara más rápido.
Y el pobre animal recibiendo fuertes latigazos, que le hacían parar la crin, cada vez que le impactaban con el látigo.
Al ver tanto abuso di un frenazo delante del coche, y me desmonté de mi vehículo para defender al pobre animal.
¡Mire
usted señor, cómo es posible que maltrate de ese modo, a ese caballo,
que es con el que usted trabaja y encuentro su sustento, eh?.!-le dije.
El
cochero me lanzó una mirada de desprecio, arrancada desde lo más
recóndito de su falta de aulas, de educación, y sentimientos.
-Mire,
carajo, de qué tá uted hablando?. Uted no ve que yo toy trabajando,
que tengo que llegá rápido, polque si no otro cochero me quita un
cliente que ya ta' hablao dede ayer, que metá eperando en el hotel
Jaragua?- dijo el "humilde padre de familia".
-Lo
entiendo... pero lo que veo mal es que está maltratando a ese pobre
animal, que por demás lo veo muy famélico. Usted va a llegar como
quiera, no lo maltrate. Además con los carros que hay en la vía, el
caballo no puede correr más rápido, mire el tapón, son las seis de la
tarde- le dije.
-Ah
bueno, ahora uté me a decil como trabajal....Quítese de ahí pa' no
dale con el mimo látigo. ¡Epante!, ¡epante!, vamo, vamo, que tengo que
seguil- grit´l el cochero iracundo.
Me di cuenta de que no había forma de razonar con él y me eché a un lado,
Miré
compadecido al caballo...Y pueden creer de qué me di cuenta?. ¡Oh!,
que no solo el cochero me estaba mirando mal, sino también el caballo!.
El malagradecido tenía cara de querer darme una patada, después que me había metido en un lío por defenderlo.
¡Para mí que ese caballo era masoquista, que le gustaba que el cochero le diera!
Pensé
en un viejo merengue de su hermano, el Caballo Johnny Ventura, que en
sus letras dice que "los ingratos no tienen memoria".
Fuente: http://zabalaaldia.com
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